domingo, 16 de marzo de 2008

LOCALIZACIÓN (VISIONES I)

Poco antes del anochecer, me encontré de pie en uno de los patios del castillo de luz, rodeado de las almenas brillantes y mágicas que me aislaban de la ciudad. En una soledad agradable y casi completa, solamente me acompañaba un presente que, en el momento justo, se convertiría en el futuro esperado.

Desde la altura de ese lugar privilegiado, la ciudad oscurecía lentamente al tiempo que se resistía a ser devorada por la penumbra y encendía su espectáculo de luces. En ese momento, la noche era algo que se intentaba disfrazar, ocultando sus características más esenciales.

Observaba cómo el mundo seguía su movimiento normal, cómo aquellos seres diminutos, humanos de más cerca, ignoraban que los contemplaba y estudiaba en silencio. El ritmo de la vida seguía impasible su curso mientras yo intentaba detener el transcurrir del tiempo.

Desde aquella distancia, rodeado de la luz de aquél castillo imponente, me di cuenta de repente de lo que ocurría a mi alrededor. De una forma lenta, pausada y de perfecta tranquilidad, mi cuerpo se veía envuelto por una burbuja cristalina que hacía que la luz del castillo se difuminase ante mis ojos.

En ese instante, comenzó a invadirme la imperiosa necesidad de verme diferenciado de todo aquello que me rodeaba, de dejar que todo lo que sabía sobre mí inundara aquel espacio privado. Así, empecé a notar el yo aletargado que había ido formándose en mi interior después de varios años. Fuicreciendo y la luz entró en mi cuerpo, llenando el espacio hueco hasta entonces.

Y en ese instante, la burbuja desapareció en un súbito destello de luz cegadora. De nuevo, me encontraba en ese presente familiar; en ese momento, no obstante, era consciente plenamente consciente de cómo había que actuar.

Ya era de noche y la luz artificial acobardaba a la noche en esquinas y callejones. Sólo de nuevo en el castillo, con la ciudad a mis pies, supe que el camino no ha hecho nada más que empezar, siempre.

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