domingo, 10 de marzo de 2019

LA MODALIDAD DE LO DÉBIL

"Cada vez más, la verdad taimada, esa teñida de la sombra de la mentira, se escampa con facilidad pasmosa. Prende al ritmo de la línea de pólvora encendida hace más de treinta años. Se extiende con la violencia del pasado, del rencor, de una verdad enquistada, retorcida y enajenada que no representa la realidad, la historia o la cultura. 

Cada vez más, los ojos se nublan y, ciegos, deambulan en busca de quien les haga ver, ya sea el destino inevitable de la convicción en lo útil, la sombra de una lucha que se debió ganar en su momento o cualquier otra cosa que los cargue de razón (sea o no); una lucha que, si bien nunca ocurrió, late en el corazón y las sienes de todo un pueblo doblegado por la avaricia, por la sed de venganza y por la ignorancia, todas a una como un enjambre de aguijones que solamente pretendan causar el mayor daño posible. 

Buena intención desde las mentes que quieren la igualdad, que la ensalzan como objetivo más noble aquél que las empele hacia un futuro de luz y de razón. Pobres, los que se dejen nublar la vista por paisajes tan irreales y tan creados, tan confeccionados a medida que ni el paso del tiempo los acaba de borrar.

Muchos sufrimos el inicio del cambio, el intento de la mejora, de lo nuevo, del llegar un siglo en que, por adelantado, todos seríamos por fin iguales. Muchos sufrimos esa blasfemia política maquillada de buena intención, de recuperación cultural, histórica, lingüística... de esa patraña nacida de la mente de quienes no querían sino más lujo y más poder y no dudaron en tergiversar y cambiarlo todo a su antojo. Muchos sufrimos, y muchos más lo harán, por la decisión de estos imbéciles que se proclaman dueños del idioma y la sociedad.

No hay igualdad, para nada, cuando un niño no puede entender lo que se le dice; no la hay cuando quien le explica no puede hacerlo con otras palabras. No la hay cuando nadie elige y todo se impone. No la hubo durante cuarenta años y ahora tampoco existe algo parecido a esa idea. Quejas contra la represión, contra la falta de consideración de más de una realidad; quejas que ahora, sin darse cuenta apenas quienes las pronunciaron, podrían dar completamente la vuelta.

No hay igualdad porque no se trata al 'contrario' de esa manera. No hay igualdad porque os negáis todos los que seguís con paso de idiota el credo del que más grita. No sois capaces de distinguir que no tenéis ni la más remota idea de lo que habláis, de que no sabéis nada de la historia que a esto acompaña, que ni habéis sido capaces de interesaros por la forma de educar al respecto. Defendéis lo desconocido como si la vida os fuese en ello, como si, incluso siendo lo extranjeros que sois, tuvieseis las raíces más hondas de esta tierra. 

No habrá igualdad porque los modos de ser débil son infinitos, porque habéis escogido el vuestro y pasa por una cultura que ni tenéis. Sois empleados sin sueldo de algo mucho mayor que ni alcanzáis a ver, pues mientras os mantengáis entretenidos en esa pocilga de discusiones vacías y demandas sin razón, poca faena vais a dar.

No habrá igualdad nunca mientras no os atreváis a enfrentaros a todo, incluidos vosotros mismos, si no sois capaces de vislumbrar la mentira en la que os regocijáis a diario como el más sabio del barrio. 

La modalidad de lo débil es tan amplia que, aún hoy y tras tantos años, no me deja de sorprender."

domingo, 17 de febrero de 2019

RETAZOS

No saldrán de mí. Las he buscado y encontrado muchas veces pero huyen y se refugian en un rincón oscuro al que no consigo llegar. Se ocultan tan bien en las oscuridades de mi mente, de mi personalidad, que nunca alcanzo a atraparlas más de un minuto. Un minuto en lo que comprende una vida de imaginación... Nada.

No saldrán de mí. No lo harán porque, en realidad, nunca han estado. He fingido que la fuente de las historias era inagotable, inabarcable y siempre dando fruto. Sin embargo, la realidad es bien diferente. No fluyen las historias sino los sentimientos. Encapsulados en pequeñas marcas de tinta indeleble, han quedado todos como reminiscencia de lo que una vez nunca fue. 

No saldrán sino distorsiones escampadas por un tapiz difuminado de sensaciones e ideas dispersas. Quedarán las manchas de un haber intentado existir como luz brillante, como faro que guíen una única vida. Quedarán, indelebles en el recuerdo de un pasado que puede que a nadie interese, las ocurrencias de una soledad inmersa en un no entender lo que sucede si no sucede dentro de uno mismo. Como decía Pink Floyd: "There's someone in my head but it's not me". Eso, pero en un sentido muy cogido por los pelos, como si en un sueño fuese.

No saldrán de mí, pero conservaré en mi interior tanta belleza como el mundo nunca pueda asimilar. No sabréis de mi existencia más que en retazos de recuerdos tejidos con tinta. Aún así, eso es lo más valioso que nunca soñaría con dejar: esa huella que algún corazón recoja, si acaso por casualidad, y que me acompañe hasta donde nunca consiga llegar, hasta donde siempre haya querido ir.

No saldrán de mí las promesas vacías, los mundos de ensueño y los versos más bonitos, pero sí prometo hacer de mi existencia una obra de arte en toda regla. 

NO HABLEMOS MÁS

No se puede hablar. Todos los años de evolución del ser humano para que ahora, en pleno siglo XXI, no se pueda hablar. No se puede por la falta de entendimiento; por la falta de entendederas, más bien. No se puede hablar porque hay oídos que no escuchan, orejas antiguas cerradas con el aire de lo nuevo, del ser joven, del querer empaparse de lo que nunca se ha vivido y empuñarlo indemne como bandera inmaculada. No se puede hablar porque hay mucho imbécil que suelta barbaridades y mucho imbécil, de otra casta, que cree tener toda y la única la razón.

No tienes derechos; pienses lo que pienses; vivas lo que vivas, entiendas lo que entiendas. No tienes derechos: ni de pensamiento ni de opinión. Confórmate. No haber nacido en la facción equivocada... Te jodes y bailas al son de las voces que más se escuchan, de las que no son mayoría pero consagran el sentir que se tergiversa en algo odioso. De lo bello y lo inherente, a lo deforme y malversado. No tenéis derecho.

Se acaba la paciencia con tanta estupidez engendrada de la incapacidad, de esa falta de humanidad que distingue lo necesario, lo auténtico, lo único, lo bueno, de todo aquello que se defiende a capa y espada sin más. Como si la espada hiriese y acabase con todo aquello que la capa pretende ocultar. 

No, vuestras opiniones no son bien recibidas. Retrógrado, antediluviano si ha de ser; pero vuestras opiniones no son bien recibidas. No, jamás, mientras el sexo sea lo que marque diferencia, mientras no sepáis ver que uno y uno son uno mismo, que no hay diferencia. No sabéis ni diferenciar a lo que es igual; no sabéis nada. Vuestros puntos de vista quedan tan lejos de la realidad que, ni por asomo, son dignos de tenerse en cuenta.

Por tan poco de entendimiento, no tenéis lo suficiente como para daros cuenta de las redes que se estrechan bajo vuestra forma de ver. No hay quien, entre vuestras filas (término bélico, intencionado, y a más no poder), sea capaz de darse cuenta de la manipulación subliminal y subversiva que marca esta nueva de era del "yo soy yo y que le jodan al mundo" y del "Tú, ¿quién cojones eres para hablarme?". La gente se pudre.

La gente se pudre y así lo hace la sociedad, presa de gentuza tan infame como la que predica sin ejemplo, la que enarbola lo que no comprende, la que defiende lo que no ha podido experimentar. Por eso, por todo eso y mucho más el mundo se va a la mierda de las manos de un puñado de inconscientes que, al fin y al cabo, somos todos representados por unos pocos y teatralizados por quienes menos lo esperamos.

Dog eat dog, dice el dicho inglés. "Que os follen", dirá mi epitafio.