jueves, 25 de febrero de 2010

PARA POCA LUZ, NINGUNA

"Las lágrimas tienen el peso de las decisiones y, ahora que se deslizan por la piel de tu cara, brillan con la tristeza de los errores. El tiempo se acelera, hierve el interior y revientan todas las presas; la vida se consume, no se oye ninguna voz y lo demás no cuenta, ni para tí ni para nadie. Sopla el viento y se congela todo lo pensado; muere lo que no ha existido aún a dentelladas, devorado en lo más hondo de la oscuridad que te arroja desde dentro ese agujero. Que tú sabes que para siempre, que te dices que mañana...; pero su presencia, día a día, de una a otra hora, te consume y te violenta y te maldice, sonriendo desde la locura.

Penumbra.

La calma toma el mando tímida pero impaciente. El viento ya no corta, acaricia los restos de tu mirada y seca la lluvia acumulada en tu interior. La luz, aunque ya casi desaparecida, somete la voluntad de todo lo que toca y lo impregna de melancolía, de tristeza dulce y de recuerdos. Imagen tras imagen, cada una con sus propios sentimientos, tiñen todas las ideas de un tono más y más oscuro hasta que el brillo se bate en retirada. Llega la noche y los fantasmas van apareciendo a la llamada de tu olor. Esperaban prudentes el momento de atacar, de sorber de nuevo de tu mirada y emborracharte de malos pensamientos, de amargar el aire, de pudrir el viento, envenenar todo lo que llevas dentro y aún más.

El oído interrumpe y se descifran palabras que destrozan. La primera abre la herida y la segunda entra directa a ver qué esconde el corazón. Y tú sólo te defiendes con palos y piedras... tampoco quieres hacer más, pero en tí hay heirdas que no cierran fácilmente y sobre ellas sólo está dispuesto a escuchar el silencio, que te susurra, mientras tanto, que estarás solo hasta que mueras.

Para poca luz: ninguna; voy a olvidarme de ti."

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