sábado, 13 de diciembre de 2008

UNA ESCENA

"Me siento en el silencio y dejo que, lentamente, la nada me rodee y me acompañe. De la ausencia de todo, que me rodea, nada saco. Concentrado en el tiempo detenido y lejos del mundo, dejo que las sensaciones me invadan y, sorprendentemente, no noto nada. En la calma absoluta de movimientos perfectos, ni un solo átomo cambia de lugar. Me asaltan la duda y el sueño, la pena, el deseo.

Pero, un grito inmenso. Despierto de un salto y detengo la mirada en un punto de luz que atraviesa la ventana. Me paro y lo pienso, pero la duda desaparece. Me lanzo entonces a ese punto furtivo y me sumerjo en la luz que me dice que sigo vivo. Me dejo llevar y me deshago en un mar de calma de un futuro anunciado. A la vez, sin girarme, me encuentro en dos lugares distintos: sentado, esperando, y ante los ojos del destino.

La luz que me lleva se desvanece y oigo las pisadas; una espera, una eternidad en un segundo. Descubro entonces que todo en mi interior se agita, se mueve y suscita todo tipo de sensaciones. Abro los ojos y contemplo el mundo donde lo había dejado, pero vacío de aquella nada. Los colores que habían sido diluidos para esconderlos de mi vista, reaparecen más fuertes todavía.

Un olor desencadena el movimiento y me observo caminar. Noto el calor que esperaba y se me hace imposible resistir. Un paso, otro, otro y muchos más; los necesarios para encontrarme con el centro de todo."

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