miércoles, 1 de julio de 2015

LA NIEBLA

"Vino la niebla; y con ella, la oscuridad intensa, de la que se infiltra en los pulmones y no deja respirar. Vino una niebla tan espesa que las luces desaparecieron tragadas por un hueco en el fondo del no saber. No saber si hacer, si dejar, si correr, si abrazar... Y, así, el miedo a perder lo no ganado, lo encontrado por casualidad cuando el mundo estaba iluminado. Pero es que era esa luz... Esa luz única que surgió de repente para emborronar el pasado y aclarar un futuro en el que aún no se había podido pensar. Aunque sí: las imágenes ya habían nacido en un recoveco de la esperanza. 

Se hizo la bruma que colapsó los ojos de quien se sentía expectante, ansioso por seguir hacia un resplandor que, poco a poco, se dejaba de ver. Se hizo, y tan fuerte, que los nervios saltaron en un tono autoritario que obligaba a la desesperación. Un tono tan desconocido como inapropiado, a pesar de los tumbos de un corazón perdido. Un tono que, aun con la intención de acercar el futuro, de mejorar el presente, de preocuparse por la existencia de alguien más, hirió e hizo mella en la piel más sensible, esa que se alejaba con ritmo lento de ese sentir que luego resultaría compartido. Pero tarde... 

La bruma de un nervio tan poco de acero, tan vibrante ante el miedo de la no existencia de su deseo que se agitó en la inconsistencia de haber encontrado el camino oculto, el codiciado, aquel que llevase a un futuro tan brillante como soñado. 

Se hizo la niebla y oscureció el mundo que había tocado el sol. Se hizo, y tan de repente que las huellas de un pasado lejano, de un futuro no predecido y apenas meditado, se hundieron en la oscuridad de un "que pase el tiempo". Se hizo y consumió un aire que ni se había pensado, que no podría existir... 

Y hoy, como muesca inevitable de aquella oscuridad indeseada, se abre el abismo del tiempo. Se congelan los sentimientos más inesperados y se guardan, como una canción en stand by a la espera de sonar. Y hoy, como deseo inamovible en una vida de tumbos y sorpresas, de desastres bien traídos, quedará la luz que taparon las tinieblas, brillando al fondo de una habitación oscura en que de pronto todo resplandecerá. 

Esperaremos el momento en que se alce el viento, en que la brisa de un no saber qué vendrá, de un esperar lo ya sentido, traiga de nuevo unos minutos preciosos en que todo se conocerá otra vez, en que quizá se parta de cero. Llegará ese instante tan esperado como ahora querido aquí mismo. O no, quizá no llegue y quede solamente una luz furtiva a las notas de una canción desacompasadas con tanto sentimiento. 

Pero llegará algo, aunque no se pueda imaginar. Llegaremos a un momento precioso, libre de humos, de nervios que enturbien la visión, tan libres como fuimos en un momento dorado en que solamente unos minutos fueron capaces de iluminar una vida entera. 

Llegará lo que tenga que llegar, y quedaré esperando con una sonrisa imborrable, furtiva en algún momento de incertidumbre y soledad, pero llegará. Y aquí estaremos, sentados en el porche de una noche tan ilusionante como la primera, esperando al tiempo por decidirse, por saber si algún día volverá. 

La espera, dulce y amarga, despiadada a la vez que misericordiosa, abrigará las noches de verano, de un verano que siempre acaba de empezar. Y aquí, sentados en el umbral de algo inconcebible, nos encontrará el tiempo, sonriendo siempre hasta que llegue el final."

No hay comentarios: