martes, 2 de febrero de 2016

CUANDO ATACARON

"Cuando los demonios te atacaron, yo estaba allí. Estaba, pero si acaso algo distante, inmerso en una separación por sorpresa que no supe interpretar.

Cuando los demonios te atacaron, vi esa mirada, siempre sonriente, convertirse en la boca de un pozo tan profundo... Vi cómo el tiempo se distorsionaba, cómo la ilusión de algo nuevo ya no era suficiente; es más, fui testigo privilegiado del hundimiento de todo aquel mundo nuevo que se intentaba alzar.

Cuando los demonios te atacaron, miré hacia el sol para verlo ponerse en un cielo oscuro que, por el momento, anunciaba el cese de su brillo y la zambullida inevitable en unos resquicios que crecerían hasta convertirse en la noche más profunda, en la más absoluta oscuridad.

Cuando los demonios te atacaron, yo estaba tan presente que había perdido el norte de una realidad solitaria y olvidada, centrada en el descubrimiento de lo más profundo. Quizá por eso, cuando todos esos monstruos se abalanzaron sobre ti, yo no estaba preparado para entenderlo. Quizá por eso, cuando ya amenazaba con sus dientes en tu garganta, no supe entender que necesitabas un héroe que no estaba allí.

Cuando los demonios te atacaron, tus ojos palidecieron y mi tiempo de acabó. Se acabaron los atardeceres, las nubes de colores, los segundos eternos de una conversación... Se acabaron tantas cosas cuando los demonios se hicieron sobre ti...

Y ahora que el tiempo ha pasado, que el cielo continúa nublado aunque lo oscuro ya pasó, ahora que los ojos brillan aunque intenten ocultarlo, ahora... Ahora es demasiado tarde.

Ahora el tiempo fluye cada vez más lento, o más deprisa, ya es imposible saberlo. Ahora las calles se extienden interminables cuando pretendo llegar a algún lugar. Se abren caminos e hilos de pensamiento que desmontan la realidad para volverla a interpretar dentro, a oscuras, en un mundo que cambia cada día más.

Ahora que los coches blancos parecen solamente ambulancias, transportes indolentes ante lo que llevan dentro, se transforman los días por momentos en cuanto se espera llegar a... A nadie, al fin y al cabo sólo es eso.

Ahora que las horas tienen más minutos de lo debido, el héroe aquél que no apareció decide dejarse mostrar, de repente, escudo en vilo, dispuesto a proteger lo que más quiso. Si llegó tarde, hay enmienda.

Ahora, sin embargo, que las telas están rasgadas, que pasó el momento de luchar a capa y espada por el sentido de la vida, se hace mucho más complicado resistir las cornadas de esos demonios insaciables que se cebaron con la mirada de un destino que no se acabó de concretar. Y tan deseado...

Ahora, la malla ya no protege el pecho y el corazón abandona su rincón, herido y sangrante desde lo más hondo, desde un pasado que se hace cada día mucho más anterior. Tampoco sirve el casco, ese adorno inútil que impide que se deforme lo existente, que ningún golpe haga mella o infecte de pensamiento extraño; si bien hacia afuera todo fluye, se aleja, abandona lo acostumbrado y, al final, se extingue.

Ahora, que los demonios ya te atacaron e intenté salvarte, no puedo más. No, porque el tiempo se tranquiliza y el aire se respira ligero; pero al llegar el instante de enfrentar esa batalla, todo se vuelve mucho más intenso y, sin poder evitarlo, un pasado querido y extrañado, sentido hasta no poder demostrarlo, se adueña de la esencia del presente y el tiempo se vuele raro.

Ahora que la armadura es de la talla, que el escudo acompaña y no falta una espada entre los dientes, ahora se nota la lejanía, el no saber qué hacer o qué decir por perderse el mensaje en la distancia; que no es tiempo. Ahora, que ansío enfrentarme a los monstruos de primera mano, ha pasado el momento y, así, se ha ralentizado todo instante que se pudiera vivir.

Cuando los demonios te atacaron, yo estaba presente, lo recordaré de por vida, como haré con aquel momento precioso en que solamente existió una playa, una roca, una mirada al mar y suave el movimiento de la brisa.

Ahora, el tiempo se ha hecho corto y la noche ya está cerca. Me despido hasta otro día en que espero encontrarte sin demonios, sin cargas, sin la noche que da vida a las pesadillas; espero encontrarte pronto, perdida en aquella sonrisa, tan alegre como siempre...

Espero encontrarte pronto, o de nuevo, porque al final la vida es la vida. 

Adiós."

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