"El cauce del río que discurría tranquilo, con su rumbo de aguas inquietas, quedó inmóvil y despojado del movimiento de toda vida. La historia de miles de piedras, de arena arrancada a la vida que reposa en el fondo, se seca y muere en un verano infernal. La sal de las pocas veces se acumula en el lecho imaginado y amarga la existencia del recuerdo, de varios. Las raíces de los árboles se amontonan e invaden el hogar antiguo de las aguas noche sí, noche también, y se secan entorno a la sal del recuerdo. La sal..., la muerte del alma y el nuevo renacer. Las raíces inquietas del bosque se abalanzan y cruzan el cauce, inundándolo de ramas secas y la búsqueda de algún lugar. El bosque se hace espeso y las raíces ahondan en el centro de la vida que ya no discurre, que se marchita esperando una desembocadura que nunca existe, que queda enterrada.
El brillo de otros días en la superficie del agua, se olvida; el brillo, tal cual, de los reflejos del agua que deja solamente un hilo de vida correr. El río, la savia, la muerte... La muerte de nada existido salvo el recuerdo del ansia que va a desembocar a un mar de aguas oscuras, de frío, de olvido y de nada más. El bosque se cierne tranquilo, como un mundo extraño, pero conocido, que no sabe dónde terminar. Miles de hojas caen ya muertas a un suelo hambriento que únicamente desea el alimento eterno de un momento que sólo se puede escapar. Raíces que invaden la sombra de un curso de aguas invisibles que absorbe toda la vida de la única ciudad: la negra, la invadida por sombras, por las luces anaranjadas de la noche y por un atisbo de soledad. Las raíces hieren profundas en un cauce seco, desatendido e ignorado que ahora sucumbe al momento inimaginado de otro mundo de cristal que proteja cuanto queda en pie.
Corriera el agua en tu recuerdo..., ahondaran las raíces en tu piel... Nada (todo es lo mismo) se pierde en un bosque tan lleno de árboles negros y oscuros que el río que lleva la vida muere sin importancia, muere sin vida que se fije en él. Raíces apretadas y un suelo ya tan visitado por nadie que se hace duro al caminar.
Las raíces del bosque se hacen fuerte y sólo una voz inexistente logrará hacerlas a un lado y que las aguas y los brillos del río más profundo del mundo regresen de nuevo a donde nunca debieron estar."
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