Después de unos añitos, ayer por fin repetí una serie de fotos con las que experimenté un día. A pesar de la falta de iluminación, de usar un paquete de tabaco y un cubito de cristal como trípode y después de unas cuantas cervezas, estoy bastante contento con el resultado de la sesión. Y gracias a mi amiga Patri, cuya ayuda fue indispensable y con la que siempre puedo contar en cuestiones artísticas y consejos.
He de decir que las dos últimas me gustan especialmente: la penúltima porque me recuerda a un bosque impresionista, y la última porque desprende un halo que... que no sé, es como vidrio soplado.
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