"Cada vez más, la verdad taimada, esa teñida de la sombra de la mentira, se escampa con facilidad pasmosa. Prende al ritmo de la línea de pólvora encendida hace más de treinta años. Se extiende con la violencia del pasado, del rencor, de una verdad enquistada, retorcida y enajenada que no representa la realidad, la historia o la cultura.
Cada vez más, los ojos se nublan y, ciegos, deambulan en busca de quien les haga ver, ya sea el destino inevitable de la convicción en lo útil, la sombra de una lucha que se debió ganar en su momento o cualquier otra cosa que los cargue de razón (sea o no); una lucha que, si bien nunca ocurrió, late en el corazón y las sienes de todo un pueblo doblegado por la avaricia, por la sed de venganza y por la ignorancia, todas a una como un enjambre de aguijones que solamente pretendan causar el mayor daño posible.
Buena intención desde las mentes que quieren la igualdad, que la ensalzan como objetivo más noble aquél que las empele hacia un futuro de luz y de razón. Pobres, los que se dejen nublar la vista por paisajes tan irreales y tan creados, tan confeccionados a medida que ni el paso del tiempo los acaba de borrar.
Muchos sufrimos el inicio del cambio, el intento de la mejora, de lo nuevo, del llegar un siglo en que, por adelantado, todos seríamos por fin iguales. Muchos sufrimos esa blasfemia política maquillada de buena intención, de recuperación cultural, histórica, lingüística... de esa patraña nacida de la mente de quienes no querían sino más lujo y más poder y no dudaron en tergiversar y cambiarlo todo a su antojo. Muchos sufrimos, y muchos más lo harán, por la decisión de estos imbéciles que se proclaman dueños del idioma y la sociedad.
No hay igualdad, para nada, cuando un niño no puede entender lo que se le dice; no la hay cuando quien le explica no puede hacerlo con otras palabras. No la hay cuando nadie elige y todo se impone. No la hubo durante cuarenta años y ahora tampoco existe algo parecido a esa idea. Quejas contra la represión, contra la falta de consideración de más de una realidad; quejas que ahora, sin darse cuenta apenas quienes las pronunciaron, podrían dar completamente la vuelta.
No hay igualdad porque no se trata al 'contrario' de esa manera. No hay igualdad porque os negáis todos los que seguís con paso de idiota el credo del que más grita. No sois capaces de distinguir que no tenéis ni la más remota idea de lo que habláis, de que no sabéis nada de la historia que a esto acompaña, que ni habéis sido capaces de interesaros por la forma de educar al respecto. Defendéis lo desconocido como si la vida os fuese en ello, como si, incluso siendo lo extranjeros que sois, tuvieseis las raíces más hondas de esta tierra.
No habrá igualdad porque los modos de ser débil son infinitos, porque habéis escogido el vuestro y pasa por una cultura que ni tenéis. Sois empleados sin sueldo de algo mucho mayor que ni alcanzáis a ver, pues mientras os mantengáis entretenidos en esa pocilga de discusiones vacías y demandas sin razón, poca faena vais a dar.
No habrá igualdad nunca mientras no os atreváis a enfrentaros a todo, incluidos vosotros mismos, si no sois capaces de vislumbrar la mentira en la que os regocijáis a diario como el más sabio del barrio.
La modalidad de lo débil es tan amplia que, aún hoy y tras tantos años, no me deja de sorprender."
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