Pasa el verano con horas lentas,
cadenciosas, cálidas, alegres y relajadas;
pero pasa.
Dejamos en el tiempo lo vivido,
guardado en un lugar importante, sagrado,
pero escondido.
Llega el otoño con su luz huidiza
y con sus hojas que añoran el recuerdo
de la vida perdida.
Cerramos los ojos y nos concentramos
en dejar lo ocurrido en su propio lugar:
el pasado.
Pero en el fondo, en lo más profundo,
el verano sucederá de nuevo al otoño, inacabable,
y el momento olvidado, dado por perdido,
seguirá brillanzo con luz propia por ser ese momento, ese instante,
que fue solamente tuyo... y fue solamente mío.
2 comentarios:
Precioso escrito. :)
Muchas gracias :)
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